Hablar en primera persona es una forma de hacerte responsable por lo que piensas y sientes.
Cuando hablas en primera persona reconoces que tus creencias y opiniones no son la verdad absoluta, sino tu forma de interpretar la realidad.
Hablar en primera persona ayuda a que la otra persona esté más receptiva para escucharte.
En vez de empezar tus oraciones con un usted o tú, lo cual puede sonar acusatorio y poner al otro a la defensiva, si las empiezas hablando de ti es posible que la otra persona esté más receptiva a escuchar.
Por ejemplo, puedes usar frases como:
- Yo pienso…
- Yo siento…
- Yo necesito...
- A mí me gustaría...
- A mí me parece...
- Me da la impresión...
- Tengo la sensación...
- La forma en que yo lo veo...
- Como yo lo interpreto...
- Yo opino...
- Mi punto de vista es...
- Desde mi experiencia...
- Desde mi perspectiva...
Por ejemplo, en vez de decir:
“Tú tienes que manejar mejor el tiempo”.
Puedes decir:
“A mí me gustaría que manejes mejor tu tiempo”